miércoles, 15 de octubre de 2008

MARCEL DUCHAMP

"Marcel Duchamp es considerado actualmente como uno de los artistas más influyentes del siglo XX. Su cuestionamiento de las condiciones que rigen la creación y la comercialización del arte han abierto un nuevo camino, que sigue transitado aún hoy día.Fue él quien aportó la respuesta más radical a los cambios impuestos en el mundo del arte por la era industrial.Mientras su obra es un rompecabezas para artistas e historiadores, sigue constituyendo un enigma para gran parte del público". (Janis Mink." Duchamp" Ed.Taschen).



Tanto las ideas de "ready made", obra enigmática y concepto de "aura" en la obra de arte, son tres conceptos que me interesan muchísimo en este autor y que constituyen el arranque para posteriores tendencias.Si los "ready made" son el punto de partida del minimal art y la obra enigmática es la madre del concepto, la preservación del aura es el punto de partida de mi obra. En "etant donnés" el concepto de aura se preserva prohibiendo la reproducción fotográfica hasta pasados unos años de la muerte del autor, en el INTIMOSCOPIO el concepto de aura se preserva siempre al tener que mirar al interior para tener la experiencia estética que produce.




ELPAIS.com >
Cultura
REPORTAJE
Marcel Duchamp sí tenía razón.
Una exposición en la Tate Modern demuestra cómo el creador definió el arte de nuestros días - Su célebre urinario, elegido la obra más influyente del siglo XX
PATRICIA TUBELLA - Londres - 19/03/2008


"¿Se pueden hacer obras de arte que no sean obras de arte?". Más que un interrogante es la expresión de una vocación subversiva y provocadora que acompaña a una reproducción a gran escala de La Gioconda, retocada con bigote y perilla, a la entrada de la Tate Modern en Londres. La irreverencia corresponde a Marcel Duchamp y ejerce de invitación para explorar una exposición que el museo londinense dedica a una de las figuras que más ha influido en la noción del arte contemporáneo. La idea de la obra, su proceso creativo, prima sobre el mérito de su realización final. Y ése es el gran pilar del arte conceptual.
Mucho antes de erigirse en el signo de los tiempos, la obra de Duchamp supuso, hace casi un siglo, una radical ruptura de las convenciones. Con la complicidad, eso sí, de sus dos grandes amigos y colegas, Francis Picabia y Man Ray. A ese trío de vividores, unidos en el desprecio por el arte institucionalizado y, en general, por todo lo considerado "correcto", está consagrada la muestra de la Tate que, bajo el sencillo título Duchamp, Picabia, Man Ray, indaga en sus relaciones e influencias mutuas desde el corazón del dadaísmo y el movimiento surrealista, sin dejar de retener cada uno su singularidad.
Duchamp es, sin duda, el genio del grupo, una imparable máquina de ideas y el primero que osó exponer en un museo vulgares objetos de la vida cotidiana bajo la etiqueta de de arte. Como el provocador urinario que decora esta página. Una pieza de porcelana que sacudió el establishment artístico del Nueva York de 1917. El autor francés lo presentó bajo el título La Fuente y la firma del fabricante del sanitario -R. Mutt-, elevándolo a la categoría de obra simplemente porque el artista lo proclamaba como tal. Ese urinario, transformado en escultura moderna, es el paradigma de sus readymade y trastocó para siempre el lazo entre el trabajo del artista y el valor de la obra, que desde entonces podía hacerse con cualquier cosa y tomar cualquier forma. Lo que entonces supuso un ultraje devino en símbolo: recientemente, un panel de quinientos expertos del mundillo votaba a La Fuente como la pieza de arte moderno más influyente.
En cuanto a la "pequeña ayuda de los amigos" (si se permite parafrasear a los Beatles) la muestra sitúa las obras de los tres en el contexto de la amistad que les inspiró y que, en un caso inusual en el mundo del arte, se mantuvo. Francis Picabia, nacido en el seno de una opulenta familia de origen cubano, era una treinteañero de vida disoluta cuando en 1911 conoció a Duchamp. Pese a lo diferente de sus contextos y al carácter más cerebral de este último, la química fue inmediata. Cuatro años más tarde, el espíritu aventurero del americano Man Ray se sumaba a la ecuación artística.
Uno de los nexos era la obsesión por el sexo, que refleja la fuerte carga de erotismo en muchas de las obras expuestas, empezando por las vírgenes, novias y viudas de Duchamp. El recorrido pierde brío en la etapa de la prematura retirada de Duchamp, que decidió consagrarse a sus textos filosóficos y a su gran pasión, el ajedrez, inmortalizada en un filme de René Clair, Entr'Acte.

No hay comentarios: